En enero de 1948, Budapest estaba cubierta de nieve y el frío era intenso. Ladislao Kubala planeaba su fuga hacia Checoslovaquia, donde lo esperaban su esposa Ana y su hijo Branko. Junto a su compañero György Marik, ambos destacados futbolistas húngaros, decidieron cruzar la frontera de manera ilegal, a pesar del riesgo.
Un domingo, tras un partido, se subieron a una camioneta soviética con otros que también querían escapar. Con uniformes del Ejército Rojo, lograron pasar la frontera sin problemas. Sin embargo, Kubala no pudo reunirse con su familia hasta junio de 1949.
Después de llegar a Innsbruck, comenzó una lucha con el Vasas, la Federación Húngara y la FIFA. En Roma, se formó el equipo Hungaria, que incluía a varios jugadores húngaros y otros del Este.
Con el Mundial de Brasil a la vista, el Hungaria llegó a España, donde el 4 de junio perdió ante el Real Madrid. Cuatro días después, sorprendieron al vencer a la selección española 2-1, con dos goles de Kubala. Este éxito llevó a España a obtener el cuarto lugar en el Mundial, un logro que no se superó hasta 2010. Tras esa etapa, Marik decidió quedarse en España, eligiendo la playa de Porto Cristo en Manacor.
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